Naranjal, un barrio en medio de todo, pero alejado de todos
Dejamos el carro cerca de la estación Suramericana del metro para encontrarnos con el grupo de trabajo. Era el día que tomaríamos unas fotografías en el barrio Naranjal.
Estar en el barrio fue maravilloso, aunque en mi cabeza tenía un montón de mitos que tal vez creé en mi mente durante la semana que debí investigar, preguntar e identificar un elemento que me ayudaría a contar una historia a través de las imágenes. Pero al llegar al Naranjal todo eso que tenía en mi cabeza se derrumbó, pues nadie me habló de lo que este lugar, conformado por 500 casas aproximadamente, trata de hacer por la ciudad.
Naranjal es un barrio cercano a la carrera 65, justo al frente de Makro o Jumbo. Inicialmente nos encontramos con Peineto un líder del barrio que nos llevó a recorrer sus calles, sus raíces, su comunidad; espacio que está próximo a ser desalojado por el gobierno para construir más edificios. Sí, suena irónico y más ahora que estamos en Alerta Roja o Fase 1 como lo llama el decreto ambiental de la ciudad, pero es lo que se supone que pasará en unos cuántos días.
La primera parada fue una casa que aparentaba ser un taller, pues el panorama del sector son las chatarrerías, las cantinas y los talleres de carros. Allí se encontraban tres hombres y dos mujeres que nos dieron la bienvenida y nos invitaron a pasar al interior de la casa que se componía por 3 niveles. En el primero, un lugar similar a un basurero, donde las cáscaras de frutas, plástico, cartón, entre otros, eran los protagonistas; en el segundo, un hostal diseñado exclusivamente para recicladores; y en el tercero, una terraza rodeada de cemento y una antena de claro que cada día los perjudica más por la irradiación. Fue en ese momento cuando nos dimos cuenta que nos encontrábamos en la planta de Ecoplan.
¿Qué es Ecoplan?
Es una organización conformada por el EDA, Ejercito Desarmado Ambiental, que buscan recuperar, procesar y reutilizar cada mes, aproximadamente, 180 toneladas de plástico, 70 toneladas de cartón, 140 toneladas de metales, 90 toneladas de papel, 30 toneladas de vidrio y además siembran 950 árboles mensuales.
Como todo batallón, esta iniciativa está dividida en escuadrones conformados por: profesionales, recicladores, niños, niñas y jóvenes voluntarios, personas en situación de calle, entre otros. Así mismo, son apoyados por la Alcaldía de Medellín, Corporación La Asomadera, Edu, Universidad de los Perros y Epm.
Fue entonces cuando detrás de Peineto apareció un hombre vestido de camiseta color naranja, pantalón de dril café y unos zapatos embetunados color negro, llamado Federico. Él, el “periodista” del barrio, cuenta con un programa de radio que se llama “Federico me está molestando” y también es el creador del periódico del Naranjal, “La Tuerca, apretamos duro diciendo la verdad”. El alcalde, como lo conocen allí, fue el encargado de contarnos los detalles de Ecoplan, sus logros, esfuerzos y también sus retos.
“Lo que el gobierno quiere con nosotros es someternos a un proceso de renovación urbana, como ellos lo llaman, y buscan construir puros edificios de personas más dedito parado” afirmó en medio de su impotencia. “Por eso es nuestra lucha” continuó la frase, pues al salir del Naranjal todos los habitantes quedarían sin trabajo y sin vivienda puesto que la mayoría de ellos tienen sus talleres en sus mismas casas.
Lo curioso del asunto es que Ecoplan, sus creadores y voluntarios, es una de las pocas organización que tiene más de 527 árboles nativos en un predio del que se apoderaron hace más de 25 años, que involucra a los ciudadanos a participar del cuidado del medio ambiente y que se supone, es apoyada por la Alcaldía de Medellín. Sin embargo, todavía no saben qué pasará con ellos y les asusta que, a través de engaños y mentiras, los desalojen a otro sector de la ciudad, donde les prometan que tendrán las mismas condiciones de vida, pero no les cumplan, como ya les pasó a los primeros desalojados del barrio, según Federico.
Finalizando nuestra charla, decidimos caminar por el barrio mientras nos alejábamos de la planta de Ecoplan y nos despedían, a través de las ventanas, los recicladores que se disponían a amanecer en el hostal. Era el día del clásico paisa y por la calle de la Iguaná pasaban muchos hinchas del Nacional alentando a su equipo desde la tarde de ese sábado. Continuamos tomando fotos hasta que nos paró la policía antimotines para pedirnos las cédulas y aclararnos que solo hacían presencia en el barrio por el partido de fútbol, y mientras buscaban mis antecedentes, yo solo pensaba: la lucha de la comunidad ha funcionado desde que la fuerza pública tenga que aclarar que no están en el Naranjal para desalojarlos, sino para protegerlos.